6/6/15

Libro El extranjero

Bonjour.

Título: El extranjero
Título original: L'Etranger
Autor: Albert Camus
Editorial:
Año: 1942

Sinopsis: Indiferente a todo cuanto pasa a su alrededor, Meursault pasaba sus días tranquilamente entre su trabajo y su casa, pero la muerte de su madre y todos los hechos que seguiran, hasta concluir con su condena al patíbulo, le harán reflexionar sobre ciertas cosas de su vida; pero más aún reflexionará el lector, envuelto en un pausado relato que expone los vicios de la sociedad moderna y la flaqueza moral que la invade.

Meursault, el protagonista, es quien nos cuenta su historia; el tipo no es un héroe, más bien todo lo contario. Es un sujeto tan cotidiano, tan común, que es difícil no identificarse con él en ciertos aspectos... si no fuera porque todo le es indiferente, hasta el punto de desesperar al pobre lector. Pero no nos adelantemos tanto.

Un día que podría ser cualquiera, Meursault se levanta y acude al entierro de su madre, aunque sus más notables observaciones “físicas” se reducen al calor que hacía (._.), nos damos cuenta de la nula conexión que unía a madre e hijo; ellos simplemente no se conocían, el tiempo que convivieron, fueron dos extraños en la misma casa, por eso él la dejó en un asilo; para que tuviera con quien pasar sus últimos años, al menos, eso es lo que parece.

Pocos días después o al día siguiente (ya ni me acuerdo D:), se encuentra con Marie, antigua compañera de trabajo que se convierte en su amante; casi al mismo tiempo, se hace amigo de Raymond, un tipo que vive en el departamento vecino, de quien nunca sabemos mucho... excepto que es un machista redomado y despierta la desconfianza de los vecinos (al parecer, el tipo es cafiche, aunque él siempre lo niega). Es junto a estas dos personas que pasa gran parte de sus días... hasta que, sin motivo aparente, mata a dos hombres y de desata un juicio moral que llevará a Meursault hasta el patíbulo.
A primera vista, tenemos un personaje apático, al que todo le da igual, pero hay más; al principio culpaba a Meursault de no vivir, mas luego me dí cuenta que era un reproche estúpido. Meursault encarna hasta qué punto está corrompida nuestra sociedad (o la de 1942) por lo que podemos llamar “vida moderna”, ¿ no es, acaso, el gran vacío existencial que experimenta, una consecuencia de la busqueda externa de la felicidad? En vez de intentar encontrar ésta en nuestro interior, mediante el conocimiento del propio ser (¿no les suena algo a Demian?), nos esforzamos, como sociedad, es convencernos de que la encontraremos en personas o cosas; en una pareja, en un hijo, en un casa, en un auto o en cualquier objeto que sustente un ideal predefinido de éxito.

Cuando Meursault es juzgado, no vemos uno, sino dos juicios: uno por el hecho en sí y otro netamente moral. Pero no les quiero contar eso en detalle, es preferible que lo lean y saquen sus propias conclusiones.

«(...)el calor era tal que resultaba penoso también quedarse inmóvil bajo la lluvia cegadora que caía del cielo. Quedarse o irse venía a ser lo mismo. Al cabo de un rato, volví hacia la playa(...)»
Antes dije que me pareció estúpido el reproche que hiciera, en principio, a Meursault. Les explico, mientras escribía esta reseña tuve muchas interrupciones (aun estaba en época de clases, me las ví con una prueba de matemáticas y un ensayo PSU de historia) y tiempo para pensar con calma en el libro. Y pensé en Meursault, en cómo habría sido de joven, en los sueños que pudo tener, en qué experiencias vivió para acabar siendo tan indiferente; quizá se desepcionó de algo, quizá toda su vitalidad acabó perdida en algún resquicio burocrático. Pensé también, que la sociedad tuvo la culpa, que el juicio al que lo someten es hipócrita. Si veo a Meursault como un joven lleno de ideas y ganas de realizarlas, me pregunto qué convenciones sociales lo ataron y, si así fue, ¿con qué derecho lo condenan, cuando ellos mismo le quitaron todo el significado que pudo tener su vida?

Admito que muchas veces tuve ganas de abofetearlo, de que algo lo sacara de su pasividad absoluta ante los hechos, pero finalmente acabé comprendiendolo. Sentí pena por él, pero más que pena, miedo; miedo a que Meursault haya sido, en su juventud, como soy yo ahora y que más adelante, esta sociedad acabe conmigo y con otros tantos jóvenes de la misma manera; tengo miedo a que el mundo se esté llenando de extranjeros en sus propios países, en sus propias ciudades y hasta en sus propias casas.

El extranjero es una crítica ruda y descarnada hacia la sociedad, que sigue vigente hoy, como hace más de setenta años, cuando fue publicado, en medio de la II Guerra Mundial y un continente devastado no solo material, política y económicamente, sino que también, y lo que es más terrible, moral y humanamente.
«Yo deseaba asegurarle que era como todo el mundo, absolutamente como todo el mundo. Pero nada de eso, en el fondo, serviría para mucho y renuncié por pereza.»
Y ustedes, ¿lo han leído? ¿Lo harían ahora? ¿Qué les pareció? ¡Cuenten!

¡Hasta más rato!

1 comentario:

  1. ¡Hola!
    Lo voy a anotar, para cuando me apetezxa algo de este estilo.
    Buena reseña.
    ¡Nos leemos! :)

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